Probablemente hayas escuchado muchas veces que los lubricantes sintéticos son mejores que los minerales y no sepas la razón. En este post te las contaremos para que uses estos productos de la forma más amigable con el medio ambiente.
De acuerdo con Angelica Fuentes, las diferencias comienzan en cuestión molecular: los aceites sintéticos no contienen las irregularidades moleculares e impurezas que los minerales, su estructura es uniforme y pura, con propiedades de protección anti desgaste, con un rendimiento superior ante temperaturas extremas y mayor eficiencia en el consumo de combustible.
Todos esos beneficios ayudan a ahorrar dinero ya que los sistemas donde se utilizan funcionan mejor, tardan más tiempo en descomponerse y son de larga duración; además, al usar aceites para transmisión sintéticos, solo se necesita una película delgada, de unos cuantos milímetros para proteger este componente de las superficies metálicas, evitando que rocen entre sí e incrementen la temperatura ante el desgaste.
Al reducir el desgaste y evitar que se presenten impurezas ocasionadas por el roce, o cenizas, tanto el lubricante como el filtro de aceite duran más tiempo, y no emiten vapores contaminantes propios de los aceites sucios y quemados.
Otro punto importante de los lubricantes sintéticos que recalca Alicia Teja es que se adaptan mejor a las variaciones de temperatura; por ejemplo, cuando se opera en condiciones de frío, el aceite se espesa y se mueve lentamente, por lo que las piezas metálicas quedan desprotegidas por un tiempo. Un lubricante mineral suele tener dificultades con los arranques en frío, lo que acelera el desgaste de los motores.
Por otro lado, cuando los motores de las máquinas trabajan constantemente, suelen superar las temperaturas de 100°C especialmente si son sometidos a cargas pesadas; ese calor extremo degrada el aceite, provoca oxidación y la formación de lodo y depósitos. Por ello, se requiere un lubricante con aditivos de enfriamiento y refrigeración, que lo mantengan a una temperatura adecuada para evitar el sobrecalentamiento y las emisiones tóxicas.
El aceite consumido a altas temperaturas se evapora igual que el agua en los días calurosos, y las moléculas se dispersan en el aire, especialmente las ligeras e inestables, por lo que el lubricante evaporado se escapa y se vuelve un contaminante en el medio ambiente. Por ello, contar con un aceite sintético que resista el calor extremo no solo es de ayuda para reducir el consumo de lubricante y combustible, sino las emisiones, vapores y moléculas dañinas.
Por último, hoy en día los fabricantes de aceites sintéticos formulan estos productos para reducir las emisiones y el consumo de combustible, con lo que ayudan a prevenir la contaminación puesto que resisten más la evaporación (quema) que los aceites minerales.