Escrito por: Mariel Hernández Maldonado
La obsolescencia programada es un concepto con el que muchas personas no están familiarizadas, pues muchos ya estamos acostumbrados a que todos los aparatos tecnológicos que utilizamos tengan un corto periodo de vida y casi tan pronto como los compramos tengamos que reemplazarlos ya sea con versiones más nuevas o porque sencillamente dejaron de funcionar. Antes la obsolescencia programada se trataba de eso; un aparato dejaba de funcionar físicamente, pero en el mundo de la tecnología virtual ha llegado a nuevos términos.
Todo empezó por la historia de las bombillas de luz: anteriormente una bombilla o foco podía durar incluso años prendida y funcionando como nueva, y si bien esto ayudaba a que las personas prefirieran ciertos productos por su duración, también resultaba en un arma de doble filo para las compañías, pues las personas compraban un ítem sin tener la necesidad de reemplazarlo en un gran periodo de tiempo, lo que dejaba dos opciones: elevar los precios o hacer los productos menos duraderos.
Las personas notaban más un alza en los precios del producto que una menor duración, por lo que las empresas en general decidieron que en vez de subir los precios y para lograr una competencia “justa” se reduciría el tiempo útil de vida de productos desde focos hasta autos, logrando (de una manera menos evidente que la de hoy en día) que las personas consumieran más productos en un período más corto de tiempo.
Hoy la obsolescencia también se ha adoptado de diferentes maneras que ya hemos aceptado plenamente; los dispositivos móviles y los aparatos de entretenimiento en su mayoría dejan de funcionar cuando aparece una versión más moderna del software con el que trabaja dicho aparato, provocando que las personas dejen de utilizar un aparato perfectamente útil por falta de una o dos actualizaciones.
Hoy uno de los casos de obsolescencia programada más sonados es el de las impresoras Epson que contaban con un chip que después de determinado tiempo de utilizar la máquina, mandaban la orden de dejar de imprimir aunque el cartucho aún tuviera la tinta necesaria para seguir reproduciendo documentos, a lo que algunos usuarios respondieron desactivando el chip, descubriendo que aún tenía meses de vida después de que el chip lo determinaba.
La moda también es un factor importante para determinar la obsolescencia de muchos accesorios y ropa, como lo tenemos con el caso de Apple: cada vez que un nuevo celular sale a la venta, cientos de miles de personas dejan a un lado sus antiguos teléfonos para poder usar el nuevo, pues es el que está más a la moda y el que de momento todos utilizan, esto afecta incluso países como México que produce aproximadamente 300 toneladas de basura tecnológica al año incluyendo todo tipo de aparatos y accesorios.
Todos estos aparatos en perfectas condiciones que decidimos echar a la basura tras un corto periodo de vida terminan siendo abandonados en basureros de lugares en extrema pobreza como África. Países como Zimabwe son inundados año tras año con la basura en buen estado que nosotros desechamos sin razón aparente, creando en estos lugares condiciones muy peligrosas para la salud, pues todos estos plásticos y papeles producen altas cantidades de contaminación ambiental.
No tiene nada de malo intentar reponer los aparatos tecnológicos que de repente dejan de funcionar; aprender a consumir únicamente lo que necesitamos es importante no solo para la economía de nuestro hogar, sino para la limpieza y salud de nuestro planeta. Recordemos que todas las acciones que hoy llevemos a cabo en cuanto a la ecología, se verán reflejados en un futuro.